Su súplica retumba como un eco que duele: una madre no se cansa, no se rinde, y no dejará de buscar hasta volver a abrazarlos.

Mesa de Redacción
Victoria, Tamaulipas.- Con la voz entrecortada y el corazón hecho pedazos, una madre suplica lo impensable: “¡Ayúdenme a encontrar a mis hijos, por favor!”

Sus dos muchachos, Carlos Nereo y Constancio De Dios Ocaña, de 28 y 37 años, desaparecieron el pasado 18 de septiembre cuando viajaban entre Nuevo León y Tamaulipas transportando ganado. Desde entonces, no se sabe nada de ellos.

La mujer cuenta entre lágrimas que el tracto-camión ya apareció, pero la caja remolque con el ganado no, y lo más doloroso: sus hijos siguen sin ser localizados.

“No sé nada de ellos, no me contestan… sólo quiero encontrarlos”, dice.

Desde ese día, cada minuto se ha vuelto una eternidad para esta madre que se aferra a la esperanza.

“Por favor, compartan… tal vez alguien los haya visto. No quiero que mis hijos se queden en el olvido”.

Su súplica retumba como un eco que duele: una madre no se cansa, no se rinde, y no dejará de buscar hasta volver a abrazarlos.