La Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México, continúa recibiendo este 12 de diciembre a miles de fieles que llegan movidos por la fe y la esperanza.
Mesa de Redacción
Ciudad de México.- La Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México, continúa recibiendo este 12 de diciembre a miles de fieles que llegan movidos por la fe y la esperanza.
Desde las primeras horas del día, el recinto mariano se ha visto colmado de peregrinos que, de rodillas y en compañía de sus familias, avanzan lentamente para presentarse ante la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Entre oraciones, lágrimas y promesas cumplidas, creyentes de todas las edades elevan sus súplicas a la Morenita del Tepeyac, agradeciendo favores recibidos y pidiendo protección, salud y bienestar.
La devoción traspasa fronteras, pues también se observa la presencia de visitantes extranjeros que, atraídos por el misticismo y la tradición guadalupana, se suman a esta manifestación de fe.
El ambiente se impregna de un profundo sentimiento espiritual, donde el cansancio físico se desvanece ante la convicción de que la Virgen escucha cada ruego.
Una vez más, la Basílica se convierte en el corazón de la fe mexicana, recordando que, para millones, la Guadalupana sigue siendo guía, consuelo y milagro viviente.
Desde las primeras horas del día, el recinto mariano se ha visto colmado de peregrinos que, de rodillas y en compañía de sus familias, avanzan lentamente para presentarse ante la imagen de la Virgen de Guadalupe.
Entre oraciones, lágrimas y promesas cumplidas, creyentes de todas las edades elevan sus súplicas a la Morenita del Tepeyac, agradeciendo favores recibidos y pidiendo protección, salud y bienestar.
La devoción traspasa fronteras, pues también se observa la presencia de visitantes extranjeros que, atraídos por el misticismo y la tradición guadalupana, se suman a esta manifestación de fe.
El ambiente se impregna de un profundo sentimiento espiritual, donde el cansancio físico se desvanece ante la convicción de que la Virgen escucha cada ruego.
Una vez más, la Basílica se convierte en el corazón de la fe mexicana, recordando que, para millones, la Guadalupana sigue siendo guía, consuelo y milagro viviente.
